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Desde muy joven he sido una lectora ávida y esto, junto a la escritura, ha sido mi refugio. Siendo todavía una niña de primaria le tomaba a escondidas a mi mamá los libros de su biblioteca. Monsieur Poirot, creación de Agatha Christie, fue uno de mis héroes favoritos. Leí Crónicas de una muerte anunciada, de García Márquez, con ojos de niña y el corazón casi explotando por lo emocionante de la historia y del miedo que me daba que me agarraran leyendo ¡ESE libro! A partir de ahí, El Coronel, La Mamá Grande, todos los Aurelianos y los Arcadios fueron mis compañeros en las tardes después del colegio.
Ni hablar de todos los libros de Isabel Allende, con sus misterios, sus amores y sus casas, que eran personajes más en la historia. Todo lo que encontraba en la vasta colección de mis padres lo leí: libros sobre Marco Polo, Los Aztecas, Los Mayas, samurais, aventuras, novelas policíacas y detectivescas, incluyendo algunos libros sobre medicina.
Además, desde niña, cuando mis padres iban de viajes, les pedía que me trajeran solamente libros en inglés y chocolates. Así que aparte de comer mucho, también me leí todos los Babysitters Club, Nancy Drew y todo libro que mi mamá encontrara apto para mi edad (aunque no sé si ella sabía que ya yo iba devorando los de ellos jajaja).
De adolescente, igualmente leí todo lo que encontré. Entre muchos otros autores, amé la ciencia ficción de Michael Chrichton. Todavía recuerdo poner con mucho cuidado el libro Jurassic Park devuelta en la gaveta en que lo dejaba mi mamá para que no se diera cuenta que no hice tareas durante una semana entera leyéndolo.
Stephen King me cautivó con muchos de sus libros, aunque algunos eran tremendos "clavos", pero It –lo leía hasta durante el recreo, lo escondía adentro de los libros de texto para seguir leyendo. Una profesora de bachillerato inolvidable para mí, una argentina con toda la pinta y la actitud, nos daba Sociología –¡eso se daba antes en el colegio!– me prestó Animal Farm (en inglés). Desde ese entonces he tenido una mirada muy crítica hacia la manera en que se construyen las sociedades. Mis ideas adolescentes de romance y pasión se prendieron al igual que el amor de Tita por Pedro, en Como agua para chocolate, novela con la cual aprendí la importancia de ponerle el ingrediente principal a la cocina, el amor.
No siempre tuve consciencia de que mi expresión creativa se daba a través de las palabras. A mi me encanta hablar y escribir, tengo 20 años dando clases, o sea ¡me la paso hablando! Hace igual cantidad de tiempo, cuando comencé a dar mis primeros pasos en la escritura, mis abuelos, mis padres y un profesor muy especial –que hoy en día es uno de mis mejores amigos– me motivaron a escribir. Sin embargo, siendo la mezcla de introvertida y extrovertida que soy, nunca me atreví a escribir "de verdad", mucho menos a publicar nada, ni a hacerlo de forma profesional.
A pesar de esto, allí donde nacen y residen los idiomas con sus palabras, donde se relacionan ellas, unas con otras, siguiendo o no las reglas que rigen su comportamiento, siempre fue el lugar en el que me sentí más feliz. Seguí de adulta refugiándome en la lectura y escritura. Continúo leyendo libros de texto, de ficción, de desarrollo personal y una cantidad infinita de artículos sobre todos mis intereses gracias al Internet. Sigo siempre escribiendo, o corrigiendo escritos de otros. Desde diarios escondidos llenos de reflexiones e historias –a veces aterradoras, trabajos universitarios, cartas que no mando, blogs que no publico, posts súper largos en Instagram y alguno que otro artículo sobre educación que sí ha sido publicado en revistas y periódicos.
Debo admitir que el auge de las redes sociales, con su contenido variopinto (por decirlo bonito así), me motivó a escribir más, a expresar mis opiniones sobre lo que sí he estudiado (biología, educación, psicología e idiomas) y a hablar de lo que he vivido. Me ha tomado mucho, muchísimo tiempo llegar devuelta al origen, adonde están las palabras –mis palabras– y ahora sé que no tardarán en salir corriendo de mis manos al papel. Espero darle a publish y que otros puedan disfrutar leyéndolas tanto como yo disfruto escribiéndolas.
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