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Les cuento... Nos reímos mucho cuando les comenté a los participantes del taller El Sueño Posible que yo dormí bastante mal la noche antes de la primera sesión. Es como una tragicomedia, la expositora de hábitos para dormir ¡durmió mal!.
Pero así fue. Me llenaban muchas emociones: felicidad, anticipación, preocupación de comunicar bien mi mensaje, la sensación de que por querer contarles tantas cosas y darles tantas herramientas terminaría confundiéndolos. Todo esto me pasaba siendo yo una mujer que tiene más de 20 años de experiencia como maestra. Definitivamente era trágico, cómico y muy humano.
Entiendo que parte de la experiencia humana es tener momentos de inseguridad, eso lo puedo manejar (¡que viva la terapia!). Pero además de eso, mi cerebro TDAH, siendo como es, me arrojaba toda la información que quiero darles a los participantes al mismo tiempo. Como siempre, la dificultad de discernir cuál de todos los estímulos es el más importante... porque, ¿cómo así? Si TODOS son importantes.
Para esa mala noche, la diferencia en mi caso es que yo tengo las herramientas para volverme a dormir. Dormí mal porque no dormí corrido, porque mi mente estaba con la ansiedad normal de iniciar un proyecto muy valioso para mí y ya quería despertarse y comenzar el día.
Sin embargo, pude volverme a dormir las 2 ó 3 veces que me desperté. Pude recordarme a Mí Misma que todo estaba listo, que trabajé mucho para que así fuera, pude ser compasiva conmigo misma, entender que es algo normal sentir todo eso y volver a dormir.
En la mañana de esa mala noche, el primer día del taller, tenía cita con mi terapeuta y realmente la necesitaba. Lo veo cada quince días –todos los psicólogos debemos ir al psicólogo– ya sea para hablar de la vida, para que me de mentoría con casos complejos o para hablar de cosas que se me estén moviendo.
Puedo afirmar que en ese momento definitivamente se movían muchas cosas en mí. Desde recuerdos grabados en mi ser de cuando tuve mi propio centro de cursos y talleres COREdu y mi centro de clases, tutorías y apoyo académico Sainz Tutoring, hasta las dudas de enfrentarme al difícil proceso de armar un taller, venderlo, cobrarlo... en fin, guacala. Gracias a mi terapeuta, recordé por qué estoy haciendo este taller, entre otras cosas que quizás algún día comparta por aquí en otro escrito. Además, mi terapeuta me recordó algo que a veces se me olvida, cuando me dijo "CarmenGilda, recuerda que tú eres buena". Buena terapeuta, buena maestra, buena persona que quiere ayudar a los demás con ese taller. Me fui de esa cita clara de mi misión.
Pasé el resto del día ansiosamente dando los detalles finales a la presentación, pasé por ikea a comprar unas tazas... las mismas que tenía en COREdu –jesumanifica–. Casi no pude comer, la ansiedad anticipatoria haciendo de las suyas, a pesar de que yo sabía que todo estaba bien. Pero, como siempre le digo a mis pacientes: dos emociones pueden existir a la vez. En este caso la ansiedad de hacer algo importante para mí y la seguridad de que todo estaría bien. Era como volver a abrir un libro viejo, que ya leí, pero que me daría nuevas lecciones en esta segunda lectura.
Finalmente, llegó la hora de la primera sesión del taller. Todo estaba listo: la presentación, las escalas que iban a llenar, una meriendita y unos regalitos que tenía para los participantes. El espacio estaba en orden, solo faltaba que lo llenara cada uno de los inscritos, que fueron llegando puntuales a pesar del tráfico en nuestra ciudad.
A la hora acordada dimos inicio y todo fluyó. Mis miedos se fueron disipando al darme cuenta de que todos nos sentimos cómodos de participar, de expresarnos. Y los que no querían participar también se sintieron cómodos, porque en mis talleres se respeta el derecho a no participar. No todo el mundo es un extrovertido que cuenta su vida hasta al frutero, ¡como yo! jajaja.
Mis miedos se desvanecían al darme cuenta de que la profesora que habita en mí sigue ahí dentro, viva, en conjunto con la psicóloga que soy, la persona que le gusta ayudar a los demás. Descubrí además, que soy capaz de manejar el arte de la enseñanza y de la psico-educación en un grupo grande, fuera de la contención que brindan las paredes del consultorio.
Pasaban los minutos y podía ver cómo se iban prendiendo bombillitos en la cabeza de cada uno, entendiendo, descubriendo. Hubo risas, camaradería y aprendizajes. Algunos temas Top Secret también jajaja (chiste interno de los que estuvimos allá). También hubo algunas caritas de preocupación al comprender la magnitud de la situación (de su problema para dormir). En un grupo de personas que se acababan de conocer y compartieron por solo dos horas, se creó una atmósfera cálida y de camaradería.
Gracias a nuestra "maravillosa" percepción del tiempo (léase: defectuosa gracias al TDAH) sin darnos cuenta eran las 8:55pm, hora de irse. Los participantes se fueron con la comprensión de que hay trabajo que hacer, que es un compromiso que asumen con ellos mismos, con bastante tarea para reflexionar y herramientas para ir probando.
Yo me fui muy feliz y agradecida, recodando que enseñar siempre será mi primer amor y que es un elemento central en mi vocación como profesional del área de la salud mental. Estoy muy emocionada porque llegue el jueves que viene y ver cómo se sigue desarrollando todo.
El Sueño Posible... un taller que me conecta con mucho, inlcuyendo mis propios sueños, pero ese tema lo dejo también para otro día.
¡Hasta la próxima! Con cariño,
CarmenGilda
Postdata: Ayer fue la segunda sesión. ¡Dormí muy bien la noche anterior! Igual me dieron mis nervios en la tarde, pero todo fluyó de maravilla. Estoy feliz de haberme atrevido a SOÑAR, a construir este curso-taller y darlo.
Nota: Creo que tengo tema para otro blog: ¿Por qué se nos olvida que somos buenos? Quizás otro también ¿Porque está mal decimos a nosotros mismos cosas bonitas y reconocer nuestras bondades ante los demás y ante nosotros mismos?